*»Arañas del rincón»

Saltándome todo la estructura prevista del blog, he pensado realizar ésta página para aclarar algunos malentendidos que veo que suscita este término, especialmente en relación con el boom del temor por la araña Loxosceles rufescens.

Mosaico

Por el sobrenombre o nombre vulgar: «araña de rincón» cabe encontrar un amplio número de especies totalmente distintas, unas inofensivas y otras no. Debo recordar que estamos hablando de arañas de la fauna ibérica. «Araña de rincón» es una denominación genérica, que designa a prácticamente cualquier especie de araña de hábitos domésticos que podamos encontrar por los rincones de casa. Aunque parece que últimamente una sola especie (L. rufescens) ha monopolizado esta denominación dando lugar a equívocos entre la gente neófita en estas cosas y que solo busca una información somera. Ya sabemos lo bien que funciona internet creando malentendidos y generando histeria colectiva. Yo no soy aracnólogo, ante todo, pero llevo algunos años ya leyendo sobre estos bichejos y observándolos. En aracnología y entomología se evitan los nombres vulgares, salvo en contadas ocasiones y en contextos muy laxos. Esto se debe precisamente a que pueden llevar a la confusión por dos motivos: por un lado no suelen describir a una sola especie y por otro lado en cada zona geográfica puede llamarse a un «bicho» de forma distinta.

Así en gran parte de Sudamérica, sobre todo en Chile, la especie a la que se hace referencia cuando se habla de araña de rincón es Loxosceles laeta. Dicha especie tiene una picadura de efectos desagradables cuando no serios. En la Península Ibérica no existe esta especie, pero sí una «prima» suya: L. rufescens. Dicha araña tiene su propia página en el blog.

Volviendo a la fauna ibérica, bajo la denominación «araña de rincón» se han descrito en multitud de textos divulgativos arañas de familias tan dispares como: Agelenidae (Tegenaria sp), Theridiidae (Steatoda grossa, S. paykulliana, S. triangulosa e incluso Latrodectus), Pholcidae (Pholcus sp, Holocnemus sp) o Sicariidae (la mencionada L. rufescens).

En mi casa, por ejemplo, viven varias Steatoda triangulosa y algún Pholcidae de forma regular. Además se han colado alguna vez L. rufescens o S. grossa. Por no hablar de los diminutos Oecobius que suelen construir sus minúsculos refugios de seda en rincones de la pared. También se cuela algún Salticidae (normalmente Menemerus semilimbatus) si bien no tienen gusto por los rincones y su conducta no se ajusta al título de la página. Tampoco creo que otras arañas como Filistata insidiatrix o Segestria florentina, que viven en los agujeros de algunas paredes descuidadas, se ajusten al término en cuestión.

Y es que unas pican y otras no. De las que pican unas tienen efectos minúsculos y otras no. Además unas construyen telas y otras no. De las que las construyen telas unas lo hacen en zonas altas y otras a ras de suelo. Como es evidente, por todo lo descrito, resulta muy inapropiado hablar de araña del rincón como si todas ellas fueran la misma especie. Antes de la irrupción mediática de L. rufescens (allá por 2014) las guías de invertebrados incluían fotos de tegenarias y fólcidos cuando hablaban de arañas de rincón. Ahora parece «más de moda» referirse en esos términos a las especies de Loxosceles.

Con el fin de identificar un poco a cada una de las arañas habituales mostraré unas imágenes de las que suelo ver, haciendo una somera descripción de sus hábitos. Casi todas ellas tienen su página en este blog en su correspondiente desplegable dentro de su familia:

  • Tegenaria sp: a normalmente llamada «araña de rincón», antes de que surgiera el temor por L. rufescens. Se trata de una araña de aspecto intimidante por sus largas y relativamente robustas patas y su correteo ágil. Pertenece a la familia Agelenidae. Como la mayoría de las arañas que buscan el suelo de las casas, gustan de la oscuridad y el ambiente fresco. Si vemos una por casa suele ser de noche. En el campo suelen habitar el interior de troncos podridos o bajo piedras donde cazan a los insectos que caen en su lámina de seda. Suelen refugiarse en una especie de embudo al que conduce la seda. No está bien documentada su picadura pero todo hace indicar que cuando pica no suele ser relevante, al menos en el caso de las especies ibéricas. Es una de las pocas arañas que me ha picado (de forma accidental) y no pasó de un «rosetón» en la pierna, sin más.
  • Pholcidae (Holocnemus sp, Pholcus sp): Son las arañas de patas largas de los techos de «toda la vida». Sus patas son muy largas y extremadamente delgadas y frágiles. Cazan las presas que caen en sus redes, normalmente moscas y mosquitos. Suelen permanecer visibles en la tela, boca arriba. Son totalmente inofensivas.
  • Steatoda sp: tres son las especies habituales en el centro-sur peninsular. Alguna más en el norte. Por aquí es muy común ver Steatoda triangulosa, normalmente en el jardín, bajo las rejillas del desagüe o en alguna habitación conectada con el exterior. Es una araña pequeña que se mueve en un territorio como la palma de una mano. Más raro es ver por casa una S. grossa (si acaso algún macho vagando) o una S. paykulliana. Todas ellas son arañas que construyen telas con hilos aparentemente caóticos y bastante fuertes a ras de suelo. Cazan todo lo que se engancha a los hilos. En mi casa lo que más les veo cazar son hormigas. Tanto S. grossa como S. paykulliana son arañas más grandes, sobre todo las hembras, y su picadura además de dolor puede presentar algún otro síntoma pasajero y de poca intensidad en casos de niños pequeños o personas especialmente frágiles (naúseas, febrícula). Todos ellos son de la familia Theridiidae, como las arañas del género Latrodectus (tredecimguttatus y lilianae en la Península Ibérica), de hábitos menos domésticos y picadura peligrosa.
  • Loxosceles rufescens. Y llegamos a la causa de éste texto. La última en llegar en esta película pero la que se ha hecho más famosa. En realidad ya estaba, como todas las demás, pero es cuestión de salir en la prensa. Reconocible por el dibujo en forma de violín del dorso del prosoma (detrás de los ojos). No construye telas. Suele salir de noche. Es muy ágil en los desplazamientos. Se oculta fácilmente en cualquier grieta de la casa (frecuente bajo los zócalos) y suele acceder a la vivienda por los conductos de ventilación. Aún hay controversia sobre los efectos de su picadura.  Muchos aracnólogos niegan o minimizan sus efectos potenciales en lo que parece buscar la compensación de las frecuentes exageraciones de la prensa. He tenido la oportunidad de seguir un caso, un adulto joven sin ningún motivo que justifique una reacción excesiva. Hubo necrosis y precisó autoinjerto de piel. No hubo captura del ejemplar lo que hace que no se pueda afirmar al 100% la causante de tales efectos. Tampoco se puede, ni mucho menos, generalizar a partir de un solo caso además no totalmente confirmado. Pero tampoco creo apropiado afirmar, como he leído por ahí, que solo por el hecho de que no se hayan estudiado bien los efectos de su veneno en humanos, podamos descartar como si fuera una barbaridad un cuadro de necrosis asociado a la picadura. Se precisa estudiar mejor este asunto. Como claro ejemplo del «caos» que hay al respecto expondré un caso que he encontrado publicado en una revista médica, de una picadura en Albacete: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1699-695X2012000100015. Se observa una picadura de grandes consecuencias cutáneas (basta ver las imágenes). Está tratado, seguido, redactado y publicado por médicos PERO: ¡La araña de la imagen (a la que llama araña del rincón) es un Agelenidae, no Loxosceles! y entre las múltiples perlas del texto se puede leer «presenta 4 pares de ojos en lugar de 2». L. rufescens presenta tres pares de ojos, ni 4 ni 2. Sirva de ejemplo este caso sobre el desconocimiento del tema.
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Loxosceles rufescens. (Macho).

En fin, arañas de rincón hay muchas; muchas especies y muy diferentes, por eso no debería utilizarse esa expresión cuando se quiera dar una información medianamente útil. Lo adecuado es utilizar los nombre científicos. Por suerte o por desgracia la fauna ibérica no tiene arañas con picaduras con efectos de la magnitud de especies de otras latitudes. La mayoría de las arañas, aunque venenosas, no pican al hombre, porque no pueden perforar su piel. De las que pueden, las picaduras son irrelevantes en casi todas ellas y solo en unos pocos casos podemos encontrarnos con algo a considerar; siempre algo accidental, pues ninguna araña nos va a perseguir para picarnos. Disculpen la broma.